divendres, 19 d’abril del 2019

La zarza


Era una zarza de moras exquisitas,
mas tenía largas e hirientes espinas.
Crecía la zarza adosada a un alto muro.
Era su apoyo y en él sus sarmientos hundía.
Quien se acercaba a recoger su fruto
rasguños y herida en carne recibía.
Nadie salía ileso del maldito zarzal.
Quién querría tal dolor por sólo una mora probar?
Él quiso ese fruto dulce y exquisito que la zarza ofrecía.
Se acercó a ella con tanto amor que no le hería,
sinó que las temidas púas caricias le daban.
Eran las moras más dulces que su boca probara.

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