Se sentaba delante, por imperativo
alfabético, el niño más guapo de su clase de
EGB. Ella...tímida empollona y pelma, se
enamoró de él...tan rubito, tan ojos azules...
Él le gastaba bromas riéndose de ella y la
pegó más de una vez...la niña sufría, pero
no dejó de ser amable.
Iban pasando los cursos...la tímida
empollona con notas excelentes...el rubito
volviéndose travieso y problemático...pero
ella no tenía ojos para nadie más, a sus doce
años. En el penúltimo curso, lo encontró en
el patio con su mejor amiga...se estaban
morreando.
Al siguiente curso...el rubito cambió de
colegio y no se volvieron a ver más...
la tímida empollona siguió guardando las
distancias con su...antigua amiga.
Cada una siguió su camino...la tímida
empollona se hizo mayor, se hizo una vida.
Un día...ya adulta...alguien la llamó y al
girarse vio a un chico rubito de ojos azules
que le sonreía. No parecía tan guapo, la
verdad...
Él...le reconoció que había sido un tonto y
que debía haber tomado ejemplo de ella en
los estudios...y que no había valorado lo que
tenía.
Después de tantos años...él le dijo que la
veía muy bien. Sonaba sincero y
arrepentido. A ella le pareció un joven
derrotado...qué pena.
Al despedirse...se marchó sin mirar atrás,
con una gran sonrisa en la cara y muy
orgullosa.
Se lo debía a su niña interior.
#microcuento